2/6/15

El síndrome de Peter Pan 02-06-15


El síndrome de Peter Pan

Hace veinticinco años que el psicólogo norteamericano Dan Kiley describió el síndrome de Peter Pan, característico de personas adultas que exhiben inmadurez emocional y se muestran incapaces de crecer. Su libro alcanzó un éxito sensacional: fue traducido a más de veinte lenguas y vendió cientos de miles de ejemplares sólo en la edición inglesa. ¿Habrá que volver a leerlo?

Como consecuencia del revés político sufrido en el Congreso de la Nación y de la fortísima caída de la popularidad del matrimonio gobernante en las encuestas de opinión pública, se dio paso, en no pocos lugares, a la esperanza de que hubiera en el oficialismo una rectificación de conductas. Casi nada hasta aquí justifica con seriedad esa especulación, constitutiva de un anhelo emanado del sentido elemental de las responsabilidades ciudadanas.

En todo caso, los síntomas de realismo político que todos los días se suceden entre los antiguos seguidores de quienes han gobernado en estos últimos cinco años alientan todavía la confianza en una reacción finalmente positiva. Por sí sola, desde la Casa Rosada y la residencia de Olivos, aquella línea de comportamiento político sigue padeciendo del síndrome de los adultos que no renuncian a perder la condición de niños y producen hechos ajustados a esta última condición.

Cuando se enfadan, los niños se apoderan, aun con legítimos títulos, de lo que está en manos de otros niños, en lo que es una de las manifestaciones del llamado síndrome de Peter Pan. En su elocuente propósito por desmerecer la exposición anual agropecuaria de Palermo, el oficialismo ha sustraído, al espectáculo regocijante para miles y miles de argentinos, numerosos stands de provincias y de organismos descentralizados del Estado. Ha puesto en juego, como si también le perteneciera el derecho de vulnerar una tradición inquebrantable, su poder de veto a fin de evitar que las Fuerzas Armadas y de seguridad nacional lucieran sus aptitudes en pruebas de destreza ante la concurrencia pública a Palermo.

El caso extremo tal vez haya sido el de la provincia de Tucumán, que levantó su tienda después de haberla instalado y pintó el espacio de negro. No se necesita hacer muchos cálculos para imaginar el sufrimiento que todo esto introduce en los maltratados dineros públicos en medio de una situación que crece en aflicciones. Distinta ha sido la actitud de otras provincias. Una fue la de Buenos Aires, cuyo gobernador, como quien comienza a nadar hacia alguna orilla, autorizó -verbo que avergüenza a estas alturas mentar- a los efectivos de la policía provincial a poner a prueba la destreza de sus jinetes.

La exposición marcha, entre tanto, alentada por una solidaridad popular más sostenida que nunca. No le ha hecho mella ni siquiera la ausencia de quienes por rigor profesional no podían haber faltado en modo alguno: la Secretaría de Agricultura y Ganadería y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Tampoco la de los funcionarios públicos nacionales de primer nivel. Son ellos y el propio Gobierno quienes han perdido.

La tabla de los perjudicados seguramente la encabeza el novel secretario de Agricultura y Ganadería, que tan mal comienzo ha padecido a raíz de haber considerado que la Comisión de Enlace de las cuatro grandes entidades del campo había perdido legitimidad después de la derrota de la resolución 125 en el Congreso de la Nación. Se arriesgó así a que le preguntaran de qué serviría al país continuar con una secretaría de Estado como la que preside si fuera para cumplir el triste papel de entelequia al que se la ha condenado desde el 11 de marzo o para lanzarse en cualquier momento hacia aventuras de gravedad parecida a la de la resolución del gran escándalo que aún mantiene perplejos a todos.

Lo señalado da cuenta de que el matrimonio presidencial parece haber decidido deliberadamente reabrir el conflicto con el campo, como si no supiera gobernar sin crear permanentemente un enemigo al cual enfrentarse. Como si nada hubiera aprendido de la histórica lección que ofreció el desenlace parlamentario de la trasnochada iniciativa sobre las retenciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario