¿Has pensado alguna vez en todo lo que le estás diciendo al mundo al publicar un simple selfie? Pues la psicología lo tiene bastante claro
elconfidencial.com
¿Recuerdas cómo era hacerse un selfie antes de los teléfonos móviles con cámara frontal? Para empezar, ni lo llamábamos selfie. Eran las autofotos de toda la vida que gracias a las cámaras digitales podías borrar y repetir si no quedabas lo bien que debías. Pero con la llegada de las redes sociales y los móviles de ultimísima generación, los selfies se han hecho un importante hueco en nuestras vidas: desde nuestro Instagram hasta nuestro vocabulario (el diccionario Oxford reconoce ya esta palabra), pasando por el libro de selfies que publicó Kim Kardashian. Sea como sea, parece que la moda del selfie es algo más que una moda porque no tiene pinta de que vaya a desaparecer, sino que se ha convertido en una de las representaciones más importantes de nuestra cultura.
Pero este amor por las autofotos no es casual. La necesidad de hacer y publicar nuestro autorretrato en versión 2.0 tiene, según la psicología, un porqué detrás y, según se dice, el filtro de la realidad que llevamos a cabo es más significativo de lo que parece.
Una investigación llevada a cabo por la Universidad SUNY de Buffalo se dedicó a estudiar la relación entre la autoestima y el uso de las redes sociales para encontrar que las personas que basan su autoestima en las opiniones de los demás son más propensas a publicar selfies. Otros estudios apuntan al narcisismo como un predictor que marca la probabilidad de que una persona publique más o menos selfies. Aunque estas no son los primeras investigaciones que se llevan a cabo en este sentido, ya que un estudio de 2016 publicado en la revista 'Computers in Human Behavior' señalaba que "el narcisismo predice significativamente la intención de los individuos de publicar selfies en sus redes sociales".
Aunque no solo de narcisismo vive la psicología del selfie, sino todo lo contrario. Existe una corriente de psicólogos e investigadores que no están nada convencidos de que hacerse selfies y publicarlos sea un reflejo de una personalidad narcisista y egocéntrica. Pamela Rutledge, directora del Centro de Investigación de Psicología de los Medios en esta Universidad de Buffalo, señala que el narcisismo puede tener una connotación negativa en estos días, pero no es necesariamente un rasgo "malo". "El movimiento humanista introdujo el concepto de narcisismo saludable”, recuerda Rutledge, “reconociendo que una cantidad de autoamor o autoestima y una evaluación realista de las cualidades y el aprecio por las propias cualidades es necesario para el desarrollo saludable de nuestra personalidad", explica. Según ella, el narcisismo tampoco es un rasgo de todo o nada; hay diferentes grados de ello y aquí no hablamos de narcisismo patológico, que incluso tiene criterios diagnósticos.
A pesar de que los autorretratos han existido durante siglos, su reinvención moderna en formato selfie es relativamente nueva, por lo que a menudo no estamos seguros de cómo debemos sentir o actuar en torno a ellos y sobre todo cómo etiquetarlos. Por ello, es fácil sacar enseguida conclusiones negativas. Pero hay más de un matiz en el porqué nos hacemos y publicamos selfies, que se han convertido en una parte de la experiencia y la cultura humana en la era digital. Según Rutledge, estos son algunos de los motivos por las que nos hacemos selfies:
- Es una forma de alimentar nuestro deseo de entendernos mejor de una manera visual. "Ves a la gente buscando una identidad diferente, buscando diferentes maneras de mirarse a sí mismos y tratando de entender cómo otras personas ven”, dice Rutledge.
- La comunicación cara a cara ha dejado espacio para la comunicación pantalla a pantalla. Así, publicar nuestros propios selfies y ver los de los demás es una manera de conectarse con otros a través de la tecnología. "La cantidad de información que va a alguien en una imagen es significativamente mayor de lo que puede ir a alguien en el texto", dice Rutledge.
- Cuando publicamos selfies, somos capaces de controlar la imagen que estamos comunicando al mundo. "Estás tomando decisiones conscientes sobre la autorepresentación, por ello que esto plantee un dilema moral sobre si está bien o mal demuestra que la gente no está acostumbrada a este nivel de control", concluye Rutledge.
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