20/1/10

Lo que esconde el suicidio en niños y adolescentes *


Lo que esconde el suicidio en niños y adolescentes

El suicidio en menores de edad ha aumentado en los últimos años en Colombia. Y aunque en el país no existen investigaciones determinantes sobre las causas que llevan a un menor a acabar con su vida, la indiferencia de padres de familia, la exigencia académica, el matoneo escolar, el ‘ciberbulling’, el abuso sexual y el desplazamiento forzado son factores que han influido.

El suicidio en menores de edad ha aumentado en los últimos años en Colombia. Y aunque en el país no existen investigaciones determinantes sobre las causas que llevan a un menor a acabar con su vida, la indiferencia de padres de familia, la exigencia académica, el matoneo escolar, el ‘ciberbulling’, el abuso sexual y el desplazamiento forzado son factores que han influido en que un niño o adolescente en estado de depresión se quite la vida. Expertos en salud mental, desde su experiencia, ponen al descubierto lo que esconde el suicidio en niños y adolescentes: la única muerte prevenible.

Álex*, de 16 años, fue encontrado con una soga en el cuello en su casa, ubicada en el municipio de Barbosa, Santander, en noviembre de 2012. Días antes, le dijo a su mamá la fecha en que moriría: le había entregado un epitafio que no fue relevante para ella, aseguró la Sijín.

Andrea*, de 14 años, en septiembre de 2012 se disparó en plena cancha del colegio Francisco Núñez Pedroso, del municipio de Mariquita, en Tolima, frente a varios niños. Compañeros del colegio le dijeron a diferentes medios de comunicación que la menor  atravesaba por dificultades en su entorno familiar que la mantenían deprimida. Había sido abandonada por su madre y nunca tuvo contacto con su padre.

En septiembre de 2012, Ana* de 18 años, sobrevivió a la caída desde el puente de Provenza, en Bucaramanga. La adolescente habría sido víctima del ‘ciberbulling’ (acoso por internet) por parte de su exnovio, que publicó fotografías de ella desnuda en las redes sociales.

Luis*, de 12 años, murió luego de lanzarse de un piso 14, en Bogotá, en noviembre de 2012. Familiares del menor dijeron a los medios que había perdido el año escolar y fue víctima de matoneo en el colegio. Varias veces les había dicho a sus compañeros que quería suicidarse.

Estos son algunos de los casos de suicidios y tentativas de suicido cometidos en el segundo semestre de 2012, en Colombia, que dan cuenta del aumento de estas cifras en los últimos años.

El Instituto Nacional de Medicina Legal cada año recopila las estadísticas sobre los menores de edad que han muerto por suicidio. Sin embargo, la caracterización la elabora solo por edad, región en la que sucede y el mecanismo de muerte, a diferencia del análisis de siquiatría forense que se hace con la población adulta suicida.

Sandra Moreno Lozada, coordinadora del Centro de Referencia Nacional sobre Violencia de Medicina Legal, señala que la tasa más alta de suicidio en jóvenes está en edades entre los 15 y 17 años, seguido de niños entre los 5 y los 14 años. 

En el 2011, 193 menores de edad se suicidaron y entre enero y octubre de 2012, según el registro de Medicina Legal, 149 menores pusieron fin a sus vidas. De estos, 29 tenían entre 5 y 14 años.

Antioquia, Nariño, Valle del Cauca, Bogotá y Cundinamarca registran, respectivamente, el número más alto de casos de suicidio en menores, con mayor incidencia en los varones. En el 2011, en Santander, 4 menores entre los 10 y los 14 años se suicidaron.

“Podemos decir que con el pasar del tiempo el caso de chicos suicidas aumenta. Es un fenómeno que se analiza y que nos preocupa que desde temprana edad tengamos casos. No tenemos comparaciones ni análisis profundos en Medicina Legal, pero nos interesa abordarlo. En 2013 se piensa dar resultados más claros”, asegura Moreno Lozada.

La exigencia académica, el matoneo escolar, la discusión entre los padres de familia, el desplazamiento forzado, el abandono de la madre o el padre, el ‘ciberbulling’, la vinculación a grupos al margen de la ley, el abuso sexual y el duelo por la muerte de seres queridos son las causas que han llevado a los menores al suicidio o a tener ideas suicidas.

Sin embargo, para Marta Helena Ardila Pérez, sicóloga y directora de la Fundación Ginestra de Bogotá –que adelanta una investigación sobre el suicidio en la infancia–, lo más alarmante es que los menores pasan desapercibidos por sus padres de familia, aun cuando muestran conductas atípicas en su entorno social y familiar, como comportamientos de aislamiento en el colegio, dibujos alusivos al deseo de morir; incluso algunos se infligen heridas.

“El niño se siente presionado por la exigencia escolar por parte de padres y de los colegios, por los estándares cada vez más altos de exigencia. Los padres les dan cantaleta, porque sienten que están sacrificando mucho al pagar una educación costosa. El niño o adolescente también se siente culpable cuando sus padres pelean. Piensa que si no estuviera, estarían más tranquilos, entonces siente que estorba”, explica la sicóloga Ardila.

Solos y deprimidos 

No hay un adulto responsable que atienda los llamados e interrogantes del niño o adolescente. La madre y el padre trabajan todo el día y cuando llegan a casa en la noche están cansados para dialogar con su hijo. Es así como el niño que ha estado solo, en un momento de depresión, toma un arma que encuentra en casa, un veneno o una soga y se quita la vida. Los niños utilizan estas herramientas para morir, porque en la soledad en la que se encuentran aprenden a manipularlas en las redes sociales y la televisión.

“Un niño de cinco años que no conoce el concepto de muerte, porque para ellos es como cerrar los ojos y despertar en otro sitio, que come pastillas o que pone una mesa y una cuerda para morir, es porque lo vio en algún lugar y suele verlo en la televisión. Lo hace porque está y se siente triste y solo”, afirma la sicóloga.

El Instituto de Medina Legal revela que en el 50.7% de los casos los menores de edad utilizan como mecanismo de muerte el ahorcamiento, seguido de las caídas, el envenenamiento y el arma de fuego.

Según la Organización Mundial de la Salud, OMS, la depresión causa el 96% de los suicidios en el mundo. La depresión se considera una enfermedad mental hereditaria, aunque el ambiente social y el familiar influyen en que un menor de edad caiga en suma tristeza y como consecuencia surja el pensamiento de muerte.

 “Las enfermedades mentales se heredan, es decir, tienen un factor genético importante, pero esto no quiere decir que los factores ambientales no influyan en su origen o al menos en la exacerbación de sus síntomas”, señala Mauricio Escobar, siquiatra de niños y adolescentes.

Deficiencias en el sistema de salud

La sicóloga Marta Helena Ardila Pérez afirma que la Ley 100 no tiene cobertura de salud mental de calidad, pues para obtener una cita con especialista las EPS demoran más de 30 días. Esto hace que sea difícil el trabajo de intervención con un paciente que requiera atención inmediata, con la posibilidad de internarlo en una clínica, o que necesite terapias sicológicas o siquiátricas permanentes.

Si la opción es asumir los costos fuera del sistema de salud, señala la experta, se paga por cada consulta, de máximo una hora, entre $45.000 y $300.000, según las tarifas de cada especialista. Si se considera internar al paciente en una clínica, esto vale entre $80.000 y $120.000 por noche, sin gastos de enfermería. Además en algunos lugares exigen un depósito de  $3’000.000 mientras permanece en la clínica. A eso se suma que en Colombia solo hay 38 siquiatras especialistas en niños y adolescentes, es decir, 1.1 especialista por cada uno de los 32 departamentos del país.

Mario Danilo Parra, director de la Asociación Colombiana de Siquiatría, señala que están a la espera de que se defiendan los derechos de los colombianos ante las deficiencias que presenta el sistema de atención de salud en el país, después de la aprobación, el pasado diciembre en el Congreso, de la ley de salud mental, y que permitirá un mayor acceso a la atención de los trastornos mentales por parte del sistema de salud. La ley está a la espera de sanción presidencial para que entre en vigencia.

“El matoneo no es una enfermedad, es un síntoma de los tantos productos de la inadecuada salud mental de los colombianos. Por eso la ley de salud mental es tan importante, porque el matoneo se trata desde esta”, agrega el director de la Asociación Colombiana de Siquiatría.

Asegura que lo más relevante es comprender que con atención en salud mental oportuna se puede evitar que los niños y adolescentes se quiten la vida.

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